miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Sabe alguien cuándo pasará el próximo tren?

El pasado lunes 6 de diciembre era la fecha señalada para hacer un segundo intento de la ruta denominada "Camino de Aníbal". Nos juntamos un pelotón numeroso (¡9 ciclistas!), a las 7:30 (bueno, algunos llegamos tarde) para desayunar como de costumbre, y empezar a pedalear a las 8:00. Primer contratiempo: hora muy tardía para hacer los 75 kilómetros previstos.

Cuentan algunos amigos que una vez, en la escuela de Antonio Maya (creo), un alumno olvidó llevarse la libreta; el profesor le dijo: "Tu padre es camionero, ¿no? ¿Te imaginas que un día tenga que ir a Madrid y cuando vaya por la Venta del Olivo diga: '¡Andá, si se me ha olvidado el camión!?". Pues el lunes pasó igual, cuando íbamos a salir alguien (no diré nombres) dijo: "¡Andá, si tengo que ir a por la bici!". Y segundo contratiempo en forma de otro pequeño retraso. Menos mal que el espíritu "Verano azul" nos hace tomarnos estas cosas con tranquilidad y buen humor.

Pues nada, echamos a andar a eso de las 8:20, bajada hasta la pasarela del río para afrontar la ya clásica subidica hasta la estación; después cogemos el camino del Canalón, por la cara norte de la Sierra del Puerto. Apenas en el kilómetro 10, el Miguel sufre un pinchazo; los de delante esperamos, pero no aparecen. Al final, acabamos volviendo todos, y se produce la típica escena: dos intentando arreglar la rueda, y siete alrededor dando cada uno sus instrucciones, en muchos casos contradictorias. La parada en boxes dura 29 minutos (tercer contratiempo), tras la cual reanudamos la marcha.

Parece que al Miguel la avería en la bici se le traslada al cuerpo, porque coge una pájara extraña por lo poco que llevábamos recorrido, se le pone la cara blanca como la cal y no puede con su alma (cuarto contratiempo). A los más "mataillos" del grupo nos sirve de excusa para ralentizar el ritmo, con la coartada de no dejarlo atrás y apelando a nuestro espíritu ciclista de "don't worry, be happy".

Tras pasar por la "Casa de la Cañada del Gallego", comenzamos el precioso descenso hasta el pantano de Camarillas, pasamos por debajo de la vía y tomamos el trazado antiguo de la vía del tren, que en su momento fue convertido en vía verde y que ahora está abandonada. Bien harían las autoridades en volver a acondicionarla, porque el recorrido es muy majo, con el pantano del Camarillas a la izquierda rebosante de agua.

La via verde dura poco, y tropezamos con un obstáculo que los trazadores de la ruta habíamos intuido: una ramblaca que hay que sortear. Dos opciones: bajar y subir veinte metros de desnivel con las bicis a cuestas, sin garantías de poder cruzar la rambla, o bien cruzar directamente por el puente, recorriendo un par de cientos de metros por los raíles del tren. Tras un breve debate, parece que hay unanimidad: cruzamos por el puente.


Viene a nuestra memoria una escena de la película "Cuenta Conmigo"; os recomiendo que lo veáis, son sólo tres minutos y entendereis el título de esta crónica:

Afortunadamente, no llegamos a descubrir a qué hora pasaba el tren, y seguimos sin mayores contratiempos por algo parecido a un camino (por llamarlo de alguna forma) que va junto a la vía. Al poco tenemos que pasar otro puente sobre otra rambla, esta vez no dudamos. Todo esto supone el quinto contratiempo, ya que hacemos un buen tramo andando o por zonas de pedaleo muy lento.

Remontamos el pantano y circulamos por la ribera del río Mundo, que baja con un caudal tremendo que forma algunos rápidos espectaculares.

Tras unos cuantos kilómetros llanos llegamos a las puertas de Agramón. A estas alturas ya está claro que no vamos a poder completar la ruta prevista; son las 12 y aún nos quedarían unos 40 kilómetros de retorno. Así que tras el almuerzo decidimos volver por la carretera hasta Las Minas, y desde ahí por el "atajo" que lleva hasta El Peralejo (no sin antes andar otro trozo de vía de tren).
Subimos cada uno como podemos la cuesta de Juan Haro, y al coronar el grupo ya se ha partido definitivamente en dos, por el diferente ritmo entre "máquinas" y "mataos" y por un pinchazo que sufrimos los rezagados.

Regresamos por la cuesta del Olivarejo y unos cuantos de nosotros acabamos el día en el Club Taurino saboreando unas cañas que, como siempre, saben a gloria.

En resumen, segundo intento frustrado de hacer la ruta de Aníbal, pero da igual, pasamos una mañana divertida, descubriendo algún tramo nuevo y repitiendo otros que sólo conocíamos algunos del grupo.

Ruta en Google Earth

martes, 9 de noviembre de 2010

Ramblas del Argos y del Quípar


Este domingo tocaba ruta no muy larga, porque diversos compromisos nos obligaban a volver a Calasparra a eso de las 12 y media. Tras el desayuno de rigor, echamos a pedalear a eso de las 7:30, bastante puntuales para lo que suele ser habitual, y con un pelotón bastante numeroso formado por ocho ciclistas. La alineación completa: Agustín Caballero, José Antonio, Diego, Porche, Trompa, Fran, Agustín Belda y Ginés.

Salimos por la carretera, con la idea de llegar lo más rectos posibles hasta la zona de las cumbres; tomamos un camino inédito, cerca de las llamadas Balsas de Higinio. Este camino nos permite ir paralelos a la carretera de Mula, evitando el tráfico. Alguna subida con el terreno pedregoso, que se atasca un poco al estar todavía fríos, pero sin más novedad llegamos hasta la zona de las cumbres.

Recorremos la amplia pista forestal, pasando junto al circuito y el Cabezo de los Nudos, para afrontar el espectacular descenso, un tramo de más de un kilómetro totalmente cuesta abajo, casi recto y con muy buen piso, que permite soltar los frenos y coger velocidad. Algunos, porque otros parece que van más lentos cuesta abajo que cuesta arriba. Ningún problema con esto, el "espíritu Verano Azul" asume perfectamente que cada cuál suba y baje al ritmo que quiera y/o pueda.

Tras hacer un pequeño tramo de carretera, enseguida la dejamos para coger otro camino que nos lleva a cruzar el río Quípar, muy cerca de su desembocadura en el pantano, y donde forma un espectacular bosque de tarays de casi dos kilómetros de largo y 20 o 30 metros de ancho. Tras cruzar la rambla conocida como "Ramel de las Contiendas" (curioso nombre, no he encontrado nada sobre el origen), llegamos a la casa del Puerto de las Vacas. Como pasa a menudo, nos encontramos una cadena que cierra el camino; realmente ignoramos si incurrimos en alguna infracción o no, pero estamos seguros de que no hacemos nada malo, así que como siempre, la saltamos y seguimos p'alante.

Aquí nos hacemos un pequeño lío con el gps, nos pasamos un camino y nos metemos una pequeña subida gratis, pero nada grave, nos reubicamos enseguida. A nuestra derecha queda un cuestarrón, y mitad por error, mitad por evitarlo, decidimos que hay que ir a la izquierda.


Nuestro subconsciente nos engaña, porque al final tenemos que dar la vuelta y afrontar "la cueña les cabres": un muro de 300 metros al 10% de media y con algunos puntos por encima del 14%. El piso además es malo, así que ni los más máquinas pueden subirlo. Todo el mundo pie a tierra, y a subir andando. Desde esta zona ya se ve entero a lo lejos el Almorchón, nuestro próximo destino.


Llegamos después a una zona de sembrados de cereal; hay que apuntar esta zona para volver en primavera, seguro que estará todo verde y la vista será aún más espectacular que ahora. Después de unos pocos kilometros más llegamos al camino que circula por el pie del Almorchón, y tras superar unas últimas rampas, paramos a almorzar en el collado que hay al este del monte. Desde aquí hay una vista espectacular, sobre hacia el sur con un valle de pinos y hacia el este donde se vislumbra el embalse del Cárcabo.

Después del descanso para el cuerpo, la vista y el estómago, comenzamos el descenso por la humbría del Almorchón, zona cerrada de pinos y donde hay una zona de descanso con fuente y mesas, muy apropiada para épocas veraniegas en las que hay que refugiarse del sol. Al acabar el descenso, cogemos un tramo de camino también inédito, que para desgracia de algunos que ya llevan la zona púbica perjudicada, resulta que está llena de piedras como puños. Pero bueno, el tramo es corto y coincidimos todos en que es mejor que ir por la carretera.


Al salir a la carretera, la parte triste del día: empezar a ver la zona a la que un par de malnacidos le dieron fuego el pasado septiembre; es escalofriante el verlo en bici, porque al poder ir despacio, le da uno tiempo a captar todos los detalles. Pone los pelos de punta el pensar cómo estaba todo esto la última vez que pasamos por aquí con la bici, hace tan sólo unos meses, y ver cómo está ahora.

Tras pasar la presa, comenzamos la subida por el camino de la solana, de unos 5 kilómetros que hacemos a buen ritmo, una subida que ya conocemos muy bien pero que cambia totalmente, ya que el fuego se cebó especialmente con el barranco que se deja a la izquierda (barranco del Alcaire).

Al coronar, reagrupamiento y comenzamos a bajar hacia el sur para buscar la rambla de los Arcos; bajamos por el cauce de la rambla, en un descenso divertidísimo y con el terreno en bastante buen estado.



Llegamos a la carretera desde donde nos dirijimos al último punto de la ruta: el bar Cantero, donde nos tomamos unas bien merecidas cañas. En fin, una mañana bien bonita, en la que celebramos la reincorporación del Fran, el debut con la peña Verano Azul del Ginés, y la confirmación definitiva de que el Trompa está en forma más que sobrada para acompañarnos en todas nuestras próximas aventuras.

Ruta Google Earth

lunes, 1 de noviembre de 2010

El cielo y el infierno

Ayer, 31 de octubre, era la fecha señalada para la realización del proyecto Letur. Todas las previsiones eran malas: lluvia y fuertes vientos matinales, que hacían presagiar que tendríamos que suspender la etapa. Y, efectivamente, a las 7 de la mañana, hora a la que habíamos quedado, llovía abundantemente.

En cualquier caso, y tal y como habíamos acordado el día antes, vamos a desayunar a "la Pepa", para allí decidir lo que se hacía (ir a coger caracoles, a almorzar, a dormir, ...). Por allí aparecen también el Miguel y mi hermano José Antonio. Desayunamos tranquilamente, convencidos de que no habría bici, cuando de repente miramos al exterior y se veía el cielo clarear. Salimos a la calle, y vemos que está bastante despejado.

Así que nos miramos y decimos: "pues vamos, aunque tendremos que volvernos enseguida"; así que echamos a pedalear. De camino, recogemos al Pedro, que también se había levantado. A los cuñaos ni los llamamos, ya que se habían vuelto a acostar y, además, estábamos seguros de que no íbamos a llegar muy lejos.

Empezamos a rodar, la ruta es inicialmente parecida a la del día que fuimos al Cenajo: camineando hasta la carretera de Cañaverosa, en la puerta de la finca cogemos el camino (esta vez la valla está abierta), y por ahí hasta la carretera del pantano. Al llegar a la carretera, vamos dirección oeste, buscando la finca del Chopillo desde donde sale el camino del Almirez.

Y el tiempo cada vez mejor, a estas alturas hace un día precioso, y en la dirección en la que vamos el cielo está azul y totalmente despejado. Seguimos por el camino del Almirez, alguna subida suave, con el piso algo mal a veces pero nada complicado. Por aquí el terreno es espectacular, combinando zonas boscosas de pino con otras de sembrados y de almendros.

Después de pasar por el muy bonito cortijo del Almirez, parada por avería en la que el Pedro tiene la oportunidad de conocer el spray mágico arreglapinchazos. Seguimos hasta el pantano, yo quería ver la entrada de la rambla de Benizar, lugar por el que solíamos pasar (o intentarlo) cuando íbamos a pescar (o a intentarlo). Cuando llegamos me quedo boquiabierto: el pantano ha subido tanto que la entrada de la rambla debe estar sumergida como diez metros.

Y almorzamos tan ricamente, con un solecico que da el calor justo, y con una hermosa vista del pantano. Entre bromas, decimos que el señor nos ha recompensado por la valentía de salir a pedalear a pesar de los malos augurios. Finalmente, decidimos seguir hasta Férez, y llamar a los cuñaos para que nos recojan allí. Hablamos con el Diego, que no parece excesivamente contento de que nos hayamos ido sin ellos y encima tener que ir a recogernos.

Y al poco de reanudar la marcha empezó el infierno. No sabemos si fue por pronunciar el nombre de Dios en vano, o si fue por alguna maldición gitana lanzada por los cuñaos. El caso es que al poco empezó a soplar el viento, que al estar en carretera abierta venía totalmente en contra y dificultaba bastante el pedaleo. Seguimos como buenamente pudimos hasta que salimos a otra carretera principal, y en ese momento fue cuando se desató la debacle.

De repente empezó a llover fuerte, y esto combinado con el viento huracanado hizo que pasáramos un pequeño infierno. En cuestión de minutos estábamos empapados, el agua caía de lado, y el viento ni siquiera te dejaba coger velocidad para aprovechar el impulso. Yo personalmente me vine abajo, más moral que físicamente, y acabé subiendo con el 1-1 a paso tortuga, y echando pie a tierra en algún que otro momento. Y es que ese tramo de carretera, que en condiciones normales sería durillo pero tampoco para morirse, se convirtió al menos para mí en esa situación en un tourmalet.

Para colmo, la subida por la carretera la hicimos por error, ya que la ruta prevista era por otro tramo, más corto, con mucho menos desnivel y que seguramente nos hubiera llevado a Férez directamente en poco más de media hora. Pero claro, el cruce en el que había que desviarse lo pasamos ya en medio del vendaval, y no era cuestión de pararse mucho a consultar mapas o GPS's.

Para finalizar, la puntilla: los cuñaos vinieron a recogernos, encontrándonos (salvo a Jose Antonio "ironman", que ya había coronado) desparramaos a lo largo de la subida en un espectáculo que debió ser dantesco. En fin, con la cabeza gacha por la humillación que supone que te recoja el coche escoba, echamos la bici al remolque y de vuelta para casa, naturalmente aguantando el cachondeo de los cuñaos, que se vengaban de nosotros por haberlos dejado en tierra. No los culpo, yo hubiera hecho igual.

En resumen, una jornada de las que no se olvidan, lo bonito y lo duro, lo bueno y lo malo, el cielo y el infierno en unas pocas horas.

A ver si pronto fijamos otra fecha para hacer la ruta completa hasta Letur. Después de ver la parte que hicimos nosotros, creo que se puede hacer relativamente bien yendo a paso tranquilo, y vale mucho la pena porque la ruta es preciosa.

Fichero Google Earth

 

martes, 26 de octubre de 2010

Proyecto Letur

Aqui os dejo el recorrido del proyecto Letur, consistente en ir desde Calasparra hasta Letur para comer por allí a base de chorizos, morcillas, tocinos, y demás alimentos que forman parte básica de la dieta de cualquier buen ciclista. Nos aseguraremos de que no lleven clembuterol.

La distancia total que da Google Earth es de 56,4 kilómetros, hay que sumarle un cierto porcentaje, supongo que al final serán algo menos de 60.

La ruta es en la primera parte parecida a la que hicimos del Cenajo, es decir, vamos por caminos hasta llegar a la carretera de Cañaverosa, al llegar a las casas giramos hacia el norte para llegar hasta la carretera del Cenajo, casi al lado del Chopillo. Ahí cogemos el camino del Almirez para pasar por las colas del Cenajo, y luego rumbo oeste hasta Férez y luego Letur.

Realmente la parte más dura está al final, entre Férez y Letur, así que si alguno va demasiado cansado, siempre se puede quedar en Férez (kilómetro 45) y que allí lo recoja el coche de apoyo.

Ver ruta en Google Earth

Recordad que podéis ver el perfil pinchando con el botón derecho sobre la ruta en el menú de la izquierda y seleccionando "Mostrar perfil de elevación", así luego no me vais criticando toda la ruta.

Bueno, pues a ver si le ponemos fecha. ¿Por qué no el domingo o el lunes próximo, si no os váis muchos de puente?

PD: acordaos de que tenemos que buscar un vehículo y conductor de apoyo.

martes, 19 de octubre de 2010

Coto Las Maravillas

Bueno, pues aquí va la primera crónica. Como mi prosa no es muy fluida, lo haré en plan bitácora.

8:20. Empezamos a pedalear, después del desayuno y los últimos ajustes en las bicis. Tras la salida, un pequeño cambio de planes, y subimos unas rampas camino de Valentín. Caminos desconocidos, que siempre viene bien recorrer, para evitar el asfalto en lo posible.

9:15. Dejamos Valentín a nuestra derecha, y llegamos al canal Argos-Quípar. Parada en el puente para ajustar mi sillín, y beber un trago de agua preparándonos para la cuesta que se veía enfrente, corta pero dura: 200 metros al 7% de media. A partir de ahí, entramos en zona boscosa, muy bonita y también durilla, con bastante sube y baja y alguna que otra rampa dura.

9:40. Pasamos por la "Fuente de Juan González", donde hay una zona de barbacoas con buena pinta; buen sitio para almorzar, aunque hoy nos pilla un poco pronto.

9:55. Llegamos al Parque Ecológico de Cehegín, sitio muy recomendable, y desde el que salen sendas muy bonitas que, con suerte, permite observar algún que otro ciervo. Y tenemos suerte, porque al poco vemos (bueno, ven, porque yo no lo ví) uno cruzando el camino.

10:05. Seguimos por terreno de sube y baja, hasta que llegamos a la rampa más dura: 300 metros muy empinados, con algún trozo que llega casi al 20% de desnivel. Y además, con un piso de zahorra muy puñetero.

10:30. Volvemos al camino principal, y como no hemos tenido bastante, después de hacer un referendum, decidimos subir a almorzar al refugio forestal que hay en lo alto de una colina. Buena subidita, tendida y que se hace bien ya que la mente ya está pensando en el inminente descanso. Nos alegramos de haber subido, porque la vista desde arriba es espectacular.

10:55. Después del merecido descanso y almuerzo, de vuelta al camino, descenso del refugio y de nuevo (cómo no), cuesta arriba. Les vuelvo a prometer a todos que es la última cuesta, pero a estas alturas mi credibilidad está por los suelos. Pero esta vez era verdad, después de una subida suave, comenzamos a bajar por el llamado "Camino de las casas".

11:35. Dejamos el camino principal y cogemos uno que nos debía llevar hasta el final del canal Argos-Quípar, pero no encontramos un desvío, así que continuamos hasta llegar al cauce de la rambla de Gilico. De nuevo tenemos suerte por este desvío no previsto, porque es un terreno precioso y perfectamente transitable en bici. Además, llegamos hasta la Fuente de Farín, que forma una charca que parece, por las abundantes bañeras, que es sitio de remojo de jabalíes y otras especies.

11:50. Al llegar al canal, nuevo referéndum para decidir por dónde se hace la vuelta, que finalmente es por el camino tradicional: dirección a las Cumbres de la sierra del Molino, y vuelta por el cauce de la rambla de los Arcos, la carretera general.

12:50. Final de etapa en el Bar Cantero, donde nos tomamos una de esas cañas que regeneran el cuerpo y al espíritu.

En resumen, una mañana muy buena de bici, con una ruta bonita, y en la que además contamos con la confirmación de que los "novatos" Trompa y Pedro están hechos unos jabatos y están perfectamente preparados para emprender empresas de más enjundia.

Próximo proyecto: Calasparra-Letur, con final en algún bar de la zona para hincharnos a productos porcinos varios. ¿Qué os parece?

Fichero para Google Earth

Ver ruta en gps-tour

Bienvenidos

En este blog pretendo contar nuestras salidas domingueras con la bici de montaña por los parajes de nuestro precioso pueblo, Calasparra. Lo que finalmente me ha animado es ver que cada vez somos más gente, y que ya formamos un pelotón que casi llega a las dos cifras (es decir, que casi somos ¡¡10!!).

¿Por qué el título "Verano azul". Bueno, los que tengais más de treinta años, seguro que recordais la introducción de esta mítica serie, en la que se presentaban los personajes mientras montaban en bici:

http://www.youtube.com/watch?v=epgyu_2QieE#t=0m40s

Pues el título hace referencia al espíritu que tenían nuestros amiguetes Tito, Javi y compañía cuando salían a montar en bici: relajados, sin prisas, a pasarlo bien. Y sobre todo, tranquilos, a ritmo de "verano azul" (termino acuñado por Diego).

Pues nada, iré poniendo aquí una pequeña crónica de las rutas que hagamos, y también enlaces para poder ver el mapa y el perfil de las etapas.

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