El resto del día trascurrió de forma similar, con la administración por parte de los cocineros del equipo de los alimentos que constituyeron una dieta deportiva equilibrada: gazpachos, cerveza, componentes porcinos varios, vino, algún cubata, etc.. Y para rematar, la cena a base de (¡sorpresa!) salchichas, magra, más cerveza, más vino, y el colofón para rebajar todo lo anterior: chorizos a la lumbre.
Con esta concentración en "hartura" (porque nos hartamos a tó), habrá supuesto el avispado lector que el domingo no estaban los cuerpos precisamente para subir el Tourmalet; así que quedamos con la intención de hacer una etapica suave. Y así fue, una etapa ligera pero muy agradable; el día fue precioso, con ese fresquete a primera hora que hace que el sol posterior sepa todavía mejor.
Salimos buscando el sol hacia Cagitán, ruta habitual hasta el final del canal Argos-Quípar, y desde ahí por la margen izquierda del río hasta casi la carretera. Evitamos la carretera girando antes a la izquierda, y llegamos hasta la "casica de los Urreas", para meternos hacia la zona de las cumbres.

Almuerzo en este punto, donde debatimos la conveniencia de regresar al lugar de concentración del sábado donde el patrón del equipo nos esperaba con más "barritas reconstituyentes" en forma de carne a las ascuas. Decidimos no obstante que aún no nos habíamos ganado tales honores, y que debíamos alargar un poco la etapa.
Así que recorrimos los caminos de las cumbres, lo cual sirvió también para inspeccionar varios sitios por donde transcurrirá una próxima prueba de orientación, como la Fuente del Cobre:


Y así volvimos a Calasparra, donde nos dirigimos al punto de concentración del sábado esperando encontrar a algún miembro de la saga de los Ríos, con resultado negativo. Vuelta a Calasparra y una cañeja que cayó en el Club Taurino. Pero como cuando acabamos era temprano y aún no habíamos tenido bastante, pues una vez más camino del olivarejo p'abajo hasta el cortijo Rios, donde esta vez sí, encontramos al primogénito y familia, que nos obsequiaron con más cañas, más chino, y otras delicatessen varias, mientras disfrutábamos al solecico de nuestro, ahora sí, ganado descanso.
Jeje, así da gusto hacer deporte.
ResponderEliminarLuego no me extraña que los ciclistas aficionados digan una y otra vez: "macho, por más deporte que hago, no me baja el colesterol...".